Tenemos que empezar por la primera de todas, en tanto en cuanto, además, marca un hito al ser la primera ópera conocida inspirada en un hecho real. L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, que nos cuenta la historia de Poppea, una mujer que, siendo amante de Nerón fue capaz de manipularlo y enrevesarlo todo hasta ser coronada emperatriz. Para adaptarla a los cánones de la época, Monteverdi aplanó y suavizó un poco la historia, porque parece ser que en la vida real Poppea era mala mala malísima, casi tanto como lo era el propio Nerón, que todos sabemos que tiene una extensa trayectoria como uno de los grandes cabroncetes de la Historia de la Humanidad. Hoy en día algunos investigadores discuten que la ópera sea realmente obra de Monteverdi.
De Nerón y Monteverdi nos vamos a Arrigo Boito y… ¡Nerón! ¡Otra vez! La ópera homónima del compositor italiano se estrenó en la Scala de Milán en 1924 y no se puede decir, precisamente, que fuese una obra fruto de un calentón. Boito se tiró 50 AÑOS componiéndola. Y no solo eso, es que no la llegó ni a terminar, y tuvo que ser finalizada por otros compositores. La trama nos cuenta cómo era la Antigua Roma bajo el mandato el Nerón y las diferencias vitales entre los romanos y los cristianos.
Hemos hablado antes de un cabroncete como Nerón y vamos ahora con el otro gran villano de los emperadores romanos: Calígula. A Calígula le dedicó una ópera en 2006 el compositor alemán Detlev Glanert que basó su obra en un drama de Albert Camus y trató, mediante una orquestación algo desquiciada de mostrar la enfermedad mental del Emperador. En la ópera se mezclan temas como el incesto, el asesinato en masa y la violación. Vamos, la típica ópera de domingo por la tarde, de sofá y mantita.
Seguimos con los temas divertidos y ahora vamos a hablar de la ópera de cámara de Benjamin Britten La violación de Lucrecia. Una historia épica que nos narra la dominación extranjera de Roma por Tarquinius Superbus que terminó desembocando en una intensa historia sobre castidad y fidelidad. Britten abordó este episodio histórico lleno de incómodas reflexiones morales con una intensa reflexión sobre la fe y la religión en los mundos, como el nuestro actual, que se están debatiendo entre lo antiguo y lo nuevo.
Y vamos a terminar por todo lo alto, ahora sí. Con un gran clásico, nunca mejor dicho. La Clemenza di Tito, de Mozart. Porque Tito, aunque no tuviese un reinado demasiado largo (solo estuvo dos años en el poder) era un tema muy goloso para esta ópera tardía de Mozart, la primera que se representó en Inglaterra. A lo largo de la trama, donde confluyen personajes reales y otros ficticios, Mozart nos presenta a un Tito que era un buenazo y que perdonaba la vida de los que intentaban cargárselo, algo que sabemos que era muy del gusto de los romanos, lo del magnicidio. Cabe decir, que a pesar de estar tan poco tiempo en el poder, a Tito no lo asesinaron, extrañamente, se murió él solito.