5 obras sobre el tiempo

January 12, 2017

A veces se puede considerar erroneamente que arte y deporte no están demasiado relacionados. Y que concretamente el fútbol, ese deporte que mueve millones y millones, tanto de gente como de dinero parece estar algo alejado de la música clásica y de sus protagonistas. ¡Pero no! Ha habido en este último siglo grandísimos músicos, tanto intérpretes como compositores que han sido grandes amantes del balón y en algunos casos, aficionados fervorosos de sus equipos. Vamos a descubrirlos.

Comenzamos por uno del que no tenemos mucha información, pero es que es un mito absoluto de la dirección: el rumano Sergiu Celibidache. De él sabemos que era un grandísimo aficionado al fútbol, aunque no hay demasiados registros escritos que así lo demuestren. Tan sólo algunas líneas en revistas en las que se deja entrever que seguía el fútbol con interés. Lo que sí que tenemos es una sesión de fotos sacada precisamente en nuestro país en las que Celibidache, vestido con su frac de concierto, golpea un balón de fútbol en una imagen que se volvió absolutamente icónica y que ha protagonizado portadas de varios de los libros biográficos escritos sobre el director.

De un director saltamos a un intérprete y nos metemos además en el apasionante mundo del fútbol inglés. De Inglaterra, sus equipos y sus músicos hooligans podríamos estar hablando mucho tiempo pero nos vamos a quedar solo con tres. El primero es Nigel Kennedy, el excéntrico violinista de Brighton, una persona que se ha sabido mover como pocos entre la música académica y comercial. Kennedy es un declarado fan del Aston Villa, equipo de la ciudad de Birmingham. Pero es tan tan fan que ha llegado a dar conciertos vistiendo la camiseta del equipo y a acudir al estadio con la cara pintada con los colores del equipo.

Después de un intérprete, vamos ahora con un compositor, también inglés. Michael Nyman, el gran autor minimalista inglés, famoso por sus bandas sonoras, sobre quizás, por la de El Piano, la que le convirtió en un icono en los años 90. Michael Nyman es un grandísimo seguidor del Queens Park Rangers, equipo londinense del barrio de Shepherd’s Bush. Su apoyo al equipo durante más de 30 años se vio recompensado cuando el propio club le encargó una obra que sería la que acompañe la entrada de los jugadores al campo en cada partido. Además de esto, unos años antes, Nyman ya había escrito la banda sonora para After Extra Time, un documental sobre la historia del equipo.

Nos vamos ahora con una de las grandes figuras de la música de las últimas décadas en Europa, el holandés Louis Andriessen. Y con una de sus obras más influyentes. De Snelheid, “la velocidad”. ¿Por qué influyente? Porque esta obra de Andriessen inspiró a John Adams para crear otra de sus obras más conocidas, Short Ride in a Fast Machine.

El De Snelheid de Andriessen tiene la peculiaridad de mantener a un intérprete de woodblock con un ostinato rítmico que siempre crece en velocidad y en el momento en el que es ya imposible que vaya más rápido, esa textura rítmica veloz es absorbida por otra textura más lenta que llega como un alud de sonido que se come al woodblock. Algo parecido a lo que hizo Sibelius en el final de su sínfonia en un solo movimiento, la septima.

Y llegamos al final. Porque si hubo un compositor obsesionado con el fútbol, ese fue Shostakovich. Llegó a definirlo como “el ballet de las masas”, y desde luego, que no lo hizo para nada con un tono peyorativo, le encantaba el fútbol y era un gran aficionado del Zenit de San Petersburgo, equipo de su ciudad natal.

En una carta a un amigo llegó a confesarle que tras una victoria del Zenit llegó a invitar al equipo entero a su casa para tomar algo. Terminaron, logicamente, todos medio borrachos con Shostakovich tocándole el piano a los futbolistas. Además, Shostakovich también nos dejó una obra relacionada con el fútbol. El ballet “The Golden Age” en el que un equipo de fútbol soviético va a jugar a una ciudad occidental.

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