Y comenzamos fuertecito. Con el proyecto
On Time Out of Time de William Basinski. Compositor, clarinetista y creador de espacios sonoros estadounidense, afincado en Nueva York que presentó en 2019, con el sello Temporary Residence este trabajo, ciertamente particular. En él, Basinski usa grabaciones obtenidas del Observatorio de interferometría láser de ondas gravitatorias. Sí, habeis oído bien, el Observatorio de interferometría láser de ondas gravitatorias, el LIGO, para los amigos, que se encuentra en Hanford Site, Washington. Con estas señales de ondas, algunas de las cuales tienen miles de millones de años, Basinski las altera, estirándolas, deformándolas para crear una serie de sonidos en cascada que generan sutiles melodías, loops y una red de drones meticulosamente ensamblados.
Tras Basinski, nos vamos a ir un poco más atrás en el tiempo. Hasta el Renacimiento Inglés y hasta la maravillosa pieza de John Dowland, Time stands still. Esta hipnotizante pieza para voz y laúd nos cuenta la historia de un enamorado que se queda casi paralizado en el tiempo, congelado por su amada. Como ya habían hecho Shakespeare o Keats, Dowland medita aquí sobre la eternidad, la atemporalidad y la intemporalidad de la belleza y la pone en contraste con el resto de cosas terrenales, siempre cambiantes y escasamente duraderas.
Nos volvemos a la música contemporánea, ahora de la mano de James Tenney, compositor y teórico estadounidense, con varios estudios claves en el desarrollo de la síntesis de sonido, la composición algorítmica, la música microtonal y el temperamento justo. Un crack, vaya. Además, durante los 60 era uno de los principales coleguitas de Reich y de Glass en la efervescente vida musical del Nueva York de ese momento.
La obra se llama Having never written a note for percussión y Tenney concibió la obra para ser tocada por un gong o plato grande, da igual cuál. Podemos decir que, conceptualmente, es algo como 4,33 de Cage, pero al revés. La obra dura tanto o tan poco como elija el interprete, siendo unicamente un gran crescendo y otro gran diminuendo, que deben interactuar y ser afectados por la acústica del espacio, tratando de sacar el máximo partido a las reflexiones acústicas y los armónicos que la sala produzca.
Nos vamos ahora con una de las grandes figuras de la música de las últimas décadas en Europa, el holandés Louis Andriessen. Y con una de sus obras más influyentes. De Snelheid, “la velocidad”. ¿Por qué influyente? Porque esta obra de Andriessen inspiró a John Adams para crear otra de sus obras más conocidas, Short Ride in a Fast Machine.
El De Snelheid de Andriessen tiene la peculiaridad de mantener a un intérprete de woodblock con un ostinato rítmico que siempre crece en velocidad y en el momento en el que es ya imposible que vaya más rápido, esa textura rítmica veloz es absorbida por otra textura más lenta que llega como un alud de sonido que se come al woodblock. Algo parecido a lo que hizo Sibelius en el final de su sínfonia en un solo movimiento, la septima.
Y terminamos con un cambio de tercio total. Una canción del cantautor anglo-argentino Kevin Johansen, publicada en 2002 en su álbum Sur o no Sur, de Columbia Records: Timing, una canción en la que, como reza su estribillo, Kevin Johansen nos enseña que el “timing” (esa palabra inglesa a la que es tan dificil buscarle una equivalencia en castellano y que podríamos traducir como una mezcla entre “ritmo”, “momento” y “temporalización”) es la clave para tener éxito en la vida