Hoy, imbuídos por un espíritu algo primitivista, vamos a dedicarle esta sección a hablar de piezas musicales sobre el fuego

Y empezamos con un fuego que nada agresivo; comenzamos con fuegos de artificio, con fuegos ligeros y sutiles, como los del Feux d’Artifice de Claude Debussy. El duodécimo preludio del Segundo Libro es una miniatura imaginativa y llena de matices.

Aunque Debussy le ponía el nombre a sus preludios una vez compuestos, en este parece claro que sabía lo que estaba escribiendo. La obra semeja describir unos fuegos de artificio sonando a lo lejos tras un día de fiesta. Y casi, casi, podemos hasta saber qué día del año es. Podría ser el 14 de Julio, día nacional de Francia, como se sugiere del hecho de que La Marsellesa, suene desdibujada en un momento al final del Preludio.

De los Fuegos impresionistas a los fuegos vieneses del Clasicismo. Serios y ordenados. Como la Sinfonía del Fuego de Haydn.

Al igual que muchos otros nombres de las obras de Haydn, no se lo puso el compositor. Y de muchos de estos apodos, surgidos en la propia época de la composición de la obra, no se sabe muy bien a qué se deben. Muchos pueden pensar que es por lo fogoso de su último movimiento, enérgico, corto, lleno de trémolos en las cuerdas. Pero realmente, no hay nada demasiado inusual en este último movimiento respecto a otras sinfonías de Haydn.

El nombre de Fuego podría deberse a que algunos movimientos se utilizaron como música incidental para la obra Der Feuersbrunst (El Incendio) de Gustav Friedrich Wilhelm Großmann en el Palacio de los Esterházy.

Una historia muy diferente es la que nos llega desde Rusia con Prokofiev y su Ángel de Fuego, una ópera en cinco actos de la que el ruso hizo él mismo el libreto basado en la novela homónima de Valeri Brusov. Una historia algo turbia en la que una joven tiene una fantasía sexual alucinatoria con una especie de ángel de fuego que le ha prometido que se manifestará como humano si cumple sus deseos. Pinta bien, ¿verdad?

Pintaba tan bien que finalmente Prokofiev no llegó a estrenarla nunca en vida, teniendo que reciclar parte de su material para su Sinfonía nº3. En la actualidad, tampoco es que se represente mucho más. En los últimos 25 años solo se ha representado 60 veces en todo el mundo.

Y ahora nos vemos a los fuegos fatuos de nuestro país, de España. Como no, con el gaditano más universal del mundo, con Manuel de Falla y su Danza Ritual del Fuego. Uno de los movimientos más conocidos de su ballet El Amor Brujo, en la que una joven gitana, Candela sufre apariciones del fantasma de su marido muerto. Para librarse de este espectro, todos los gitanos bailan, alrededor de una hoguera en el medio de la noche. El fantasma aparece y Candela y su marido fantasma bailan juntos esta Danza Ritual del Fuego.

Y no nos vamos de España para terminar. De un gaditano a otro, medio gaditano. Porque a Cádiz se trasladó con tan solo 3 años José Maria López Sanfeliu, más conocido por todos como Kiko Veneno. Ese hombre que en los ‘70 revolucionó el flamenco junto a los hermanos Amador, trayendo a la rumba y a los ritmos andaluces las influencias del soul, del rock y de la psicodelia que había escuchado en sus estancias en Estados Unidos. En su tercer álbum de estudio, el que le lanzó a la fama definitivamente, "Echate un Cantecito", editado por BMG en 1992, nos encontramos este track: Fuego.