En nuestra playlist LOS MEJORES CONCIERTOS PARA SOLISTA Y ORQUESTA os presentamos algunos de los que, en nuestra opinión, eran los mejores conciertos solistas para un buen número de instrumentos tradicionales. Hoy queremos retomar ese mismo grupo de instrumentos y presentar una playlist con conciertos mucho menos conocidos que los anteriores y que, para más de uno, van a ser una auténtica sorpresa.
Aunque no podemos hablar directamente de que sea un concierto “poco conocido”, porque se interpreta mucho, el concierto de la francesa Cécile Chaminade no tiene el crédito y el reconocimiento que sus maravillosas y delicadas melodías le deberían hacer tener.
El checo Jan Kalivoda es uno de los nombres menos conocidos de esa nutrida generación de compositores bohemios que se gestó durante el último barroco y el clasicismo. En su caso, el autor de Praga nos dejó un maravilloso concierto para oboe y orquesta.
El inglés Malcolm Arnold (al que Erea le dedicó una sección en el programa CITARPROGRAMA fue uno de los compositores más destacados del siglo XX en Gran Bretaña y escribió un precioso concierto para clarinete y orquesta.
En el caso del fagot hemos elegido, sin dudarlo, la original obra de John Williams 5 árboles sagrados. Un acercamiento muy diferente a la forma concierto, con cinco movimientos que representan a otros tantos árboles divinos de la mitología celta.
Uno de los más importantes compositores de bel canto italiano, el siciliano Vincenzo Bellini, escribió un precioso concierto para Trompa y Orquesta en Mi bemol mayor, También escribió un concierto para oboe.
La estadounidense Ellen Zwillich fue la primera mujer en ganar el prestigioso Premio Pulitzer de Música y fue alumna de Pierre Boulez y Elliott Carter. Su lenguaje, que evolucionó desde la atonalidad hasta el neorromanticismo, queda patente en su American Concerto para trompeta.
Una de nuestra obras favoritas es este T-Bone Concerto del compositor holandés (gran conocido de todos los amantes de la música de banda) Johan de Meij. A medio camino entre la música épica y cinematográfica y la música concertante el T-Bone concierto no es una mera curiosidad musical: es una obra realmente exigente para el solista.
En el caso de la tuba, John Williams vuelve a ser de nuevo el elegido. Compuso la obra en 1985 para celebrar el centenario de la famosa orquesta americana de música ligera Boston Pops.
No es exactamente una joya olvidada. Pero en el insondable oceano de conciertos para violín es muy difícil hacerse un hueco y a veces, muchos olvidamos que Antonín Dvorak escribió un magnífico concierto para violín y orquesta, no demasiado interpretado.
El británico Cecil Forsyth compartió generación con varios de los más destacados compositores de las islas en las primeras décadas del siglo XX y por eso quizás su nombre no ha pasado a la historia como el de alguno de sus colegas. Pero nos dejó este precioso concierto para viola de marcadas influencias célticas y folklóricas.
Jacques Ibert, aunque sea más conocido por sus conciertos y obras para instrumentos de viento (como sus dos conciertos para saxo y flauta) escribió un maravilloso (y difícil) concierto para cello y orquesta de vientos, rara vez tocado pero absolutamente fantástico.
No es un concierto. Pero el Divertimento Concertante para contrabajo y orquesta de Nino Rota es una de las obras concertantes para este instrumento más apasionantes de las últimas décadas, escrito entre 1968 y 1973.
Dentro del océano de conciertos para piano y orquesta es difícil destacar. Pero el francés Gabriel Pierné (más conocido en la época como un gran director de orquesta e impulsor de mucha de la nueva música que se estaba cocinando en Francia) nos dejó un delicioso y bello concierto para piano y orquesta.
El florentino Mario Castelnuovo-Tedesco fue uno de los más prolíficos compositores del siglo XX, con un catálogo que superaba con creces las doscientas obras y es conocido, principalmente, por su catálogo de piezas para guitarra, como este Concierto para guitarra y orquesta.
Heitor Villa-Lobos escribió en 1948 su fantasía para saxofón soprano y orquesta de cámara. La tonalidad original presentaba tantas dificultades técnicas para los intérpretes que habitualmente se toca en una tonalidad distinta.
Ney Rosauro es un percusionista brasileño, famoso, principalmente por sus composiciones concertantes para distintos instrumentos de percusión y orquesta. Sin duda su concierto más famoso es el que escribió para marimba.
El argentino Alberto Ginastera escribió en los años 50 un Concierto para arpa y orquesta que encargó Edna Philipps, la arpista de la Orquesta de Filadelfia y que posteriormente popularizó Nicanor Zabaleta.