CINCO SIGLOS DE MÚSICA BRITÁNICA

Tracklist

En esta playlist vamos a hacer un repaso a lo largo de más de 500 años de música inglesa, descubriendo a sus principales compositores y también los principales géneros que los autores británicos trabajaron.

Y no hay nadie mejor para empezar esta lista que Enrique VIII. El famoso monarca no sólo tuvo tiempo de liarla y abrir un cisma en la Iglesia Católica; también componía y dejó canciones como este “Pastime with good company”. Te contamos más sobre el rey y su música en nuestro capítulo del podcast AIV - 5x03 La música en la corte de Enrique VIII. Unas décadas después de la muerte de Enrique, nació Robert Johnson, famoso por haber sido el compositor de mucha de la música original para las obras de teatro de William Shakespeare y que nos dejó la preciosa “Full fathom five” escrita para “La Tempestad”.

El Renacimiento inglés estuvo plagado de compositores importantísimos. Uno de ellos fue Thomas Tallis, el primer gran compositor polifónica de las islas, que nos dejó mucha música religiosa pero también maravillas profanas como este “If ye love me”. Otro gran compositor del período de Tallis fue Orlando Gibbons del que escuchamos su preciosa canción Drop, Drop, Slow Tears.

Ahora daremos un salto en el tiempo para viajar hasta el siglo XX y presentar a uno de los más grandes compositores ingleses de toda la historia: Ralph Vaughan Williams, ampliamente considerado como uno de los mejores sinfonistas de la isla y miembro de esa Santísima Trinidad de grandes compositores ingleses junto a Elgar y Holst. Muy dado a recurrir a temas populares en su música (como muchos de sus compatriotas) la primera pieza que escucharemos de él en esta lista es su “Five variants of Dives and Lazarus”, una delicadísima pieza para orquesta de cuerda y arpa basada en una famosa melodía antigua tradicional. 

Tras este apunte, volvemos al Renacimiento con William Byrd, que fue el compositor de más renombre en el último período de reinado de los Tudor y que además de dejarnos un extenso catálogo de obras para teclado, escribió mucha música vocal, profana y religiosa, como es el caso de su “Ave Verum Corpus”.

Nos vamos ya al Barroco y ahi destaca por encima del resto un nombre: Henry Purcell. Prolífico compositor inglés que monopolizó la creación británica en su época y que nos dejó deliciosas óperas como “King Arthur. De ella escuchamos su famosa “Trumpet tune” y la sobrecogedora aria “What power are thou” para bajo. Sin salir del tema reyes, William Walton (1902-1983) escribió la música para la película “Henry V” de la que extraemos la fantástica y bellísima miniatura “Touch her soft lips and part”. Volviendo al Barroco, no nos podíamos olvidar de la famosísima “Beggar’s Opera”, un compendio de baladas en forma de ópera de los autores Gay y Pepusch que es el único ejemplo conservado del teatro augusto británico.

Nos vamos a poner melancólicos un momento para escuchar dos melodías tan tristes como bellas: el “Flow my tears” de John Dowland (el otro gran compositor renacentista inglés que nos faltaba por escuchar) y el “Plaint” (más conocido como “Oh, let me weep) de “The Fairy Queen”, la otra gran ópera de Henry Purcell. Pero la obra de Purcell no solo tiene momentos tristes como demuestra la alegre “Dance for the Fairies”. Menos conocido de Purcell es Thomas Mace, compositor y laudista del Barroco inglés que dejó numerosas obras para su instrumento como este “Tattle de Moy”.

Los ingleses demostraron mejor que nadie que ni el género Suite ni las orquestas de cuerda son cosa sólo del Barroco. Si por algo es conocida la música británica es por sus fantásticas obras para orquesta de cuerdas. Como por ejemplo la “Capriol Suite” de Peter Warlock, pseudónimo bajo el que se escondía Philip Arnold Heseltine, compositor de principios del siglo XX que murió con tan solo 36 tras, presuntamente, suicidarse y que había sido amigo íntimo de Delius. Otras famosas suites son las que dejó el gran Gustav Holst para Banda Militar. Las dos suites de Holst siguen siendo parte fundamental del repertorio para estas formaciones y tienen un inconfundible sabor británico. 

Malcolm Arnold (1921-2006), además de dejarnos increíbles Bandas Sonoras como la de “El Puente sobre el Río Kwai”, fue un excelente sinfonista que también trabajó el género de la Suite y se acercó al neoclasicismo con su “Preludio, Siciliana y Rondo”.

Pero sería muy difícil entender la música académica británica sin hablar de su vinculación con los materiales melódicos tradicionales propios de la isla. Y aunque no fuese inglés de nacimiento, el australiano Percy Grainger entendió esto a las mil maravillas como demostró en su obra para banda sinfónica “Lincolnshire Posy” de la que escuchamos su cuarto movimiento, basado en una melodía popular. En otro buen puñado de melodías populares está basada la obra “English Folk Songs” de Vaughan Williams de la que escuchamos su tercer movimiento, en forma de marcha que contiene varias melodías de la región de Somerset. 

Pracitamente contemporáneo de Williams, Arnold Bax  fue unno de los más importantes compositores ingleses de su tiempo. Supo mezclar como nadie la herencia celta con el impresionismo y el post-romanticismo y dejó una obra sinfónica fundamental de la música inglesa: “November Woods”, un poema sinfónico que narra su turbulento estado emocional, con un matrimonio que se iba a pique y un affaire amoroso con una joven pianista. 

Llegan en este momento varias de las obras más importantes y famosas de la música inglesa, firmadas también por dos de sus máximos exponentes: Edward Elgar y Gustav Holst. Elgar nos dejó sus cinco marchas ceremoniales “Pomp and Circumstance”, de las que todos conocemos su primer número, repetido hasta la saciedad, pero que tiene también un muy interesante quinto número. Pero la obra de Elgar dejó también un excelente concierto para cello y las archi-conocidas “Variaciones Enigma”. Y por su parte, Holst nos dejó su suite orquestal Los Planetas, con siete números fantásticos del que hemos decidido escoger su primer movimiento: “Mars, bringer of war”.

Tras esto, escucharemos algunos acercamientos que hicieron algunos músicos británicos a realidades musicales de latitudes algo alejadas. Como la obra de inspiración judía “Hamabdil” para cello y piano de Granville Bantock (1868-1946), el sucesor de Elgar al frente de su puesto de profesor en la Universidad de Birmingham o la también judía “Jerusalem” de Hubert Parry, casi un one-hit-wonder de la música coral británica. Por su parte el afro-inglés Samuel Coleridge-Taylor a veces llamado con bastante poco tacto “el Mahler negro” nos dejó una maravillosa obra orquestal llamada “Symphonic Variations on an African Air”.

Otro grande de la música británica es Benjamin Britten, el primer gran compositor de la isla que se alejó de los convencionalismos de la habitual música inglesa, muy apegada a la tradición y comenzó a modernizar el lenguaje en sus obras. A pesar de eso, una de sus obras más conocidas es una de las más convencionales: la famosa “Young person’s guide to the orchestra”, que hoy no escucharemos para centrarnos en su maravillosa música vocal de la que escuchamos su canción “Fish in unruffled lakes” y el prólogo de su ópera “Peter Grimes”.

Para la música británica es también fundamental su conexión con la naturaleza y con las maravillas de la tierra que inspiró a esos compositores. Por eso había que dedicarle un capítulo aparte a las obras basadas e inspiradas en la naturaleza o en las ciudades inglesas. Como el poema orquestal “The Land of the Mountain and the Flood” del desconocido compositor post-romántico escocés Hamish MacCunn o el también poema sinfónico “The Banks of Green Willow” de George Butterworth, uno de los compositores ingleses más talentosos de las primeras décadas del siglo XX, tristemente fallecido durante la Primera Guerra Mundial. Vaugham Williams, en su lugar, le dedicó una sinfonía entera a la siempre inspiradora ciudad de Londres en su A London Symphony. Holst, sin embargo se volvió a las bucólicas campiñas de Somerset en su rapsodia orquestal “A Somerset Rhapsody”. Frederick Delius, muchas veces olvidado como uno de los más influyentes compositores de las islas y maestro de muchas generaciones de compositores ingleses encontró también inspiración en la campiña inglesa en su miniatura orquestal “On hearing the first cuckoo in spring”.

Como exponentes de las músicas de la segunda mitad del siglo XX hay que hablar de Michael Tippet, compositor poco prolífico y extremadamente crítico con su propia obra que dejó un inmenso oratorio secular llamado “A Child of our Time”. Por último Peter Maxwel Davies, fallecido hace pocos años, ha sido el compositor inglés más reputado de las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI por obras como su “Martyrdome of St. Magnus”.

Por último, no nos podíamos olvidar de la obra británica por antonomasia. El “Rule Britannia” incluído en la ópera “Masque of Alfred” del compositor Thomas Arne

God Save the Queen!!

Otras playlists

ÁFRICA WORLD MUSIC VOL.2

LO MEJOR DEL BARROCO

LO MEJOR DEL BARROCO

LO MEJOR DEL CLASICISMO

JOYAS OLVIDADAS DE CONCIERTOS PARA SOLISTA Y ORQUESTA

VIDEOGAME MUSIC